lunes, 25 de abril de 2011

Silencio. Silencio he dicho!

A la muerte hay que mirarla cara a cara. Ardía. Sentía un sinfín de sensaciones inexplicables, de esas que aunque la gente te dice que te entiende, no te entiende nada. Un escozor que te viene desde adentro, y no sabés cómo pararlo. Traición. Ardía como nunca jamás, quemaba como una llaga, como algo maldito que quiere salir y no puede. Intenta, pero no puede; porque duele demasiado, y le temo al dolor. Le temo horrores, porque ya lo conozco, ya lo había presenciado anteriormente, y no es algo que recomiendo experimentar, ni creo que nadie quiera tampoco. Es una de esas cosas que mejor olvidar, aunque no se pueda y la coman a una por adentro, hasta las tripas. Hasta que un día, sin darnos cuenta siquiera, podemos respirar; y somos libres y ya nadie nos hiere más, ni nos dice más, y podemos volar. Y seremos todos así un día, o quizá no, pero yo... debo partir. Estoy, creo, en un lugar diferente al que me gustaría; por supuesto, no es mi ideal de lugar, pero es mejor que como estaba y el dolor se va apaciguando....es cuestión nomás que una domine sus temores, sus dolores, hasta que aprende no sentir más, o no querer sentir, que al caso es lo mismo prácticamente...hasta que deje de arder...A la muerte hay que mirarla cara a cara.


LiVinG iN aN eMpTy WoRlD ~


Vera Waters...

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